sábado, 21 de agosto de 2010

[Teclados] Raúl Artola

Como los frasquitos y bizcochos (“bébeme” y “cómeme”) que hacían agrandar y achicar a Alicia, las poesías de Raúl Artola comprimen y expanden historias, momentos, sensaciones y reflexiones.

Con algunos trazos sencillos logra contar historias que bien podrían ocupar varias páginas de un cuento (“Construcción del día” II y IV, “Jornada Completa” “La Habana, 1958”). Y terminamos la poesía con la sensación de que conocemos el mundo contenido en ella.

También nos entrega en clave de poesía momentos y sensaciones ordinarias, cotidianas, efímeras, que cobran una nueva dimensión por obra de las palabras (“Sorpresa” “Versiones” “El revés de un formulario”. Así vive el mundo un poeta. Así lo siente. Cada instante es un verso.

Finalmente, un poema final “Instrucciones para organizar un baile y cortejo fúnebre” nos regala la lucidez del humor, de la ironía, sabiduría original de la alegría y la desfachatez: tal vez la única manera posible de sobrevivir.

Por no violar derechos de autor no transcribo aquí las poesías, pero pueden leer algo de este autor (que vive en Viedma, mi ciudad) en este link:





La editorial y dónde conseguir el libro:



2 comentarios:

  1. Gracias, Vale, por tus observaciones sutiles y profundas. Te has convertido en la primera lectora "oficial" del libro, que en estos días llevo a las librerías. Un abrazo

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  2. Confieso que tengo una madre escritora de poesías, y que yo rara vez las leo. Es algo que tendría que explicar Freud, pero por alguna razón no soy de disfrutar de la poesía como lo hago con una novela.
    Igualmente, pasaré a leer los links que dejaste.
    Un beso.

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