Una novela juvenil, pero con muchas cosas interesantes para destacar. Se trata de un relato clásico, de madurez y de identidad.
En la película “The Amazing Spider Man” (vean, amigos qué nivel las referencias, jajaja) la profesora del protagonista se dirige a la clase y dice que si bien muchos teóricos coinciden en que hay diez tramas posibles en la ficción, en realidad sólo existe una: “¿Quién soy?”.
Y esto es, en resumidas cuentas, lo que dilucida Ged, el joven mago protagonista, a lo largo de esta novela. Pero a qué costo.
El mago apodado Gavilán va a una escuela de magia (increíble parentesco/plagio: ¡Harry Potter devolvé la plata!) donde rápidamente se destaca, pero en su soberbia convoca a una sombra maligna que eventualmente deberá enfrentar. Creo recordar que en uno de los poquísimos libros de “autoayuda” que leí llamado “La enfermedad como camino” se hace referencia a esta historia, como ejemplo de la aceptación de nuestra parte oscura.
Me gustó el libro en cuanto, si bien logra crear todo un universo (el de Terramar) con sus mapas, idiomas, identidades e historias, no está sobrecargado de seres mágicos sino que es simplemente una tierra medieval en la que se acepta sin extrañamiento alguno la presencia de los hechiceros y la magia. Magia que tiene un carácter sagrado, que debe ser ejercida con responsabilidad y que respeta la naturaleza de las cosas. En todo momento hay reflexiones sobre la magia, sus límites y su origen. Me gustó mucho, como literata, el valor enorme que se le da al nombre de las cosas, a la palabra.
En suma, una novela juvenil recomendable, con mas peso que otras cosas del género que he leído. Probablemente de a poco siga con esta saga o lea algún otro libro de la autora.
También le debo a este libro mi regreso a la biblioteca pública: Como empecé la saga por el Tomo II “Las Tumbas de Atuán” porque no se conseguía este ejemplar, recurrí a la Biblioteca de la Legislatura, donde tantas visitas hice de niña. Volveré por algún libro de Theodore Sturgeon que me han recomendado mucho.