jueves, 31 de octubre de 2013

La Trama Nupcial. Jeffrey Eugenides


Este es el conocido caso de un libro en el que se han puesto excesivas expectativas y luego no está a la altura. Tal vez se lo juzga entonces con demasiada severidad.

Me enloquecí con la premisa de esta novela: “Estamos a principios de los años ochenta del siglo pasado. Madeleine Hanna, una romántica incurable que está escribiendo su tesis sobre el amor en Jane Austen y George Eliot. También ella se convertirá en protagonista de una historia de amor apasionada, dolorosa e intensa. Porque en su vida aparecerán dos hombres muy diferentes. Leonard Bankhead, solitario, carismático y brillante estudiante de ciencias, y Mitchell Grammaticus, estudiante de teología atormentado por las dudas. Una vez finalizada la universidad, el triángulo se mantendrá, obligándoles a enfrentarse con el final de la juventud y a reflexionar sobre el sentido último de la vida y la verdadera naturaleza del amor.”

Es decir: una novela que por un lado prometía hablar de mis héroes literarios, con una protagonista a la que le gustaba leer lo mismo que a mí, y por otro lado, una novela romántica moderna, pero que sigue la tradición de los grandes clásicos, con un triángulo amoroso compuesto por la chica romántica e inteligente, el candidato buenmozo pero complicado y el pobre infeliz que la quiere bien pero que (qué raro) es feo.

Y por ahí va mas o menos la novela, salvo que:

a) Madeleine es medio tontita, a pesar de que le gusta Jane Austen, algo imposible e imperdonable por parte del autor. Sin embargo me lleva a una reflexión inevitable: Mas allá de los debates fútiles en torno a la literatura “femenina” o “masculina”, es claro que hay cosas de las que puede dar cuenta mejor una mujer, y viceversa.  ¿Es tal vez por eso que Jane Austen (siendo ella misma una mina inteligente) pudo darle vida a una mujer tan interesante como Lizzie Bennet, con quien nos seguimos sintiendo identificadas doscientos años después, mientras que Flaubert y Tolstoi crearon a dos alcornoques? (clásicos eternos, si, pero alcornoques).
Eugenides ha creado un ser unidimensional y despasionado, carente de toda singularidad salvo por el hecho de que se parece a Katharine Hepburn. Ya me pasó encontrarme con una protagonista bella y patética, producto de una afiebrada y un poco misógina mente masculina en la liviana novela “La Delicadeza” Conclusión: ¡Parece que es cierto, chicas! ¡A ellos les gustan las tontas! Inclusive a los escritores.

b) El triángulo amoroso no termina de “cuajar” ya que la historia da comienzo exactamente el día de la graduación. Inmediatamente después el triángulo se disuelve, por así decirlo, ya que uno de sus componentes, (Mitchel, alias “el feo pero buenito”) se va de viaje por el mundo a encontrarse a sí mismo. Qué mala que estoy hoy.

Si bien existe un flash back (una de las partes buenas de la novela) que nos remonta al comienzo de la universidad y a cómo se conocieron los personajes, éste no alcanza para mostrarnos a los tres componentes del supuesto triángulo amoroso interactuando. En realidad no hay triángulo amoroso alguno, sino una chica con dos pretendientes. Pero creo que en intensidad amorosa hasta "Crepúsculo" le gana.  

El viaje de Mitchel y la enfermedad mental de Leonard -que de alguna manera está completamente solo a raíz de la misma- acentúan aún mas esta falta total de interacción de los personajes. Tal vez así lo quiso el autor, para mostrar que en la actualidad somos todos un poco autistas.

Ahora lo que destaco de la novela:

a) Me encantó el mundo de la universidad, y la década de los ochenta. El autor logró verdaderamente pintar ese escenario (en el que el mismo vivió, ya que fue a esa misma universidad en esa misma época) sin recurrir a lugares comunes en relación a la década del 80, sino que profundizando (mas allá de los cassettes o los peinados tipo Flashdance) una forma de pensar, determinadas inquietudes que formaban parte de la vivencia universitaria. Por otra parte, se trata de un relato muy entretenido, que por momentos te hace pensar que estás viendo un capítulo de “Felicity”.

b) Quedé fascinada por las partes (no son suficientes) en que el autor nos cuenta sobre la tesis que Madeleine quiere hacer sobre “La Trama Nupcial” que da título a la novela. Todas las referencias y los análisis respecto de autores y libros clásicos que he leído (Austen George Eliott...) me chiflaron. Envidié profundamente a los alumnos que pueden cursar estas materias en la universidad mientras que yo tenía que rendir Derecho Tributario y otros horrores. Ni hablar de la parte en que la sosa Madeleine concurre a un congreso de “victorianistas” y se hace amiga de dos chicas especialistas en literatura de la época victoriana... Directamente me retorcía de rabia, pensando que tal oportunidad le era dada a la tontita (ah, cierto, era ficción).
c) Como ya lo señalé, las historias individuales de los dos pretendientes están muy buenas. Los capítulos individualmente están muy logrados y las cosas que se cuentan (la experiencia de un viaje espiritual por la India de Mitchel, la convivencia con la enfermedad mental de Leonard) son verdaderamente interesantes y le dan a la novela una versatilidad poco común, ya que uno se encuentra leyendo historias sumamente diferentes de un capítulo a otro. Sin lugar a dudas la identificación con los personajes masculinos es total, mientras que las partes donde se cuenta el punto de vista de Madeleine son mas aburridas, tal vez por las propias circunstancias de la protagonista quien ha sido favorecida por la Diosa Fortuna con belleza, una familia funcional, dinero, y cariño.
d) La forma en que resuelve la novela (el final) me pareció brillante. Claro que no puedo revelarlo, pero las últimas líneas de diálogo, la última palabra, inclusive: Una genialidad. Si alguno lo lee sabrá lo que quiero decir.
Bueno amigos, he escrito una larga reseña sobre este libro, y probablemente los haya dejado un poco indecisos ¿lo recomiendo o no? La respuesta es sí. Pero no le crean a la parte de la contratapa que dice “¿Es posible escribir hoy una historia de amor que recoja la intensidad de las obras maestras de la literatura clásica y al mismo tiempo resulte rabiosamente contemporánea? Jeffrey Eugenides lo ha conseguido.” Es mentira. No lo consiguió.
 
Lo que logró es una novela entretenida, con buenos personajes y excelente reconstrucción de una época icónica. Eso. Y nada menos.

domingo, 27 de octubre de 2013

El Señor Nakano y las mujeres. Hiromi Kawakami

 
Este libro tuvo la mala suerte de que cuando llevaba apenas unas treinta páginas leídas me llegaron “Aún Soltera” y “La trama Nupcial” dos libros que anhelaba leer. Por lo tanto, mi interés en la lectura de la nueva novela de Hiromi Kawakami consistía en terminarla lo antes posible.
Hecha esta aclaración les cuento que esta es la historia de una joven con una vida poco interesante que trabaja en una tienda de venta de cosas usadas, o prendería. Allí convive con su jefe el excéntrico Sr. Nakano, propietario del local, otro empleado joven como ella, y la hermana del Sr. Nakano, llamada Masako.
Las relaciones que se dan entre ellos, sus amantes, el día a día del trabajo en el pintoresco local constituyen esta historia.
Ni bien se avanza en un par de páginas uno “se cae” en el mundo de la prendería Nakano, en su clima, incluso en el aburrimiento que entraña. Los personajes viven de alguna manera ajenos al mundo real, pero ¿no es eso lo que ocurre en casi todos los trabajos?
Una novela de climas, fundamentalmente. Creo que la intención de la autora era también crear personajes de gran excentricidad, pero como hispanoamericana la verdad que no impresionaron para nada. Claro está: yo vivo en el mundo de Almodovar, García Márquez, Vargas Llosas... al lado de los personajes creados por ellos, las supuestas “excentricidades” japoneses se quedan bien cortas, ¿no les parece? Y lo dice una enamorada de la literatura y la cultura japonesas. Pero vamos: ¡¡¡no son los mas excéntricos del globo terráqueo!!!
Una novela que me dejó bastante indiferente, y no me pareció al nivel de la interesante, sórdida y original “El cielo es azul, la tierra es blanca”.