jueves, 29 de julio de 2010

Stefan Sweig, Woody Allen, y las mujeres que piensan su vida


Pensando qué comentario podía hacer acerca de "24 horas en la vida de una mujer" (Stefan Sweig, Viena 1881-1942), me di cuenta que lo leí justamente la misma semana en que vi la película “Otra Mujer” de Woody Allen (Nueva York, 1988). ¡Cuánto en común tienen la novela y la película! Una vez mas me sorprendo y me regocijo al reconocer la inmortalidad de los clásicos, que siguen susurrándonos verdades al oído después de decenas de años.

La novela de Sweig es encantadora. Da comienzo en un ambiente muy Márai, en un hotel europeo lleno de gente ociosa que lleva una existencia relajada. Esa tranquilidad es interrumpida por la fuga de una dama respetable, casada y con dos hijas jóvenes, que escapa con un hombre joven y buen mozo al que apenas conoce. El lugar se revoluciona con comentarios y debates. El narrador de la historia – a quien podríamos tomar como un alter ego de Sweig- toma una postura mas liberal, defendiendo a la dama de las críticas y chismes. Su pensamiento progresista y desprejuiciado hace que una anciana respetable (Mrs. C.) a quien nadie prestaba demasiada atención decida hacerle una confesión acerca de su pasado.

Así da comienzo esta historia de las veinticuatro horas en la vida de una mujer. Creo que podría decirse que la vida entera de esa mujer duró sólo esas 24 horas en las que actuó siguiendo su impulso y su deseo, lo que en una sociedad prejuiciosa y represiva la condenó a vivir con culpa. Mrs. C. es una mujer que llevó una vida convencional, se casó, tuvo dos hijos, enviudó joven y se quedó sola. Comienza a viajar absolutamente agobiada por el vacío, la soledad y el aburrimiento y en un casino de Montecarlo ve a un joven que, perdido por el juego, parece que está dispuesto a quitarse la vida. Ella en un impulso decide salvarlo, y a partir de allí vivirá cosas que despiertan pasiones de las que desconocía era capaz.

Como dije, justamente en esos días ví “Otra Mujer” (1988) de Woody Allen, que tiene un poco que ver con esta crisis de la mediana edad. Marion (genial Gena Rowlands) es una profesora de filosofía de una prestigiosa universidad que también parece haber llevado una vida perfecta y haber realizado todas sus aspiraciones. Sin embargo un día, sola en un departamento que alquiló para escribir, comienza a escuchar la voz de otra mujer que se psicoanaliza en un departamento vecino. Las emociones que manifiesta la paciente desconocida despiertan sentimientos y cuestionamientos en la propia Marion, que comienza así un viaje hacia el pasado y el presente, un viaje de sinceramiento que en definitiva es hacia las aguas mas profundas de su propio ser.

Dos obras (novela y película) sobre el deseo, sobre las decisiones que tomamos y nos persiguen para siempre, sobre quién queremos ser. Dos obras que hacen preguntas muy difíciles de responder (que probablemente lleven toda la vida responder (como dice Márai en “El último encuentro”) pero sin duda dos obras de arte de las cuales uno no puede (no podría nunca jamás) salir ileso.

Cosas por las que vale la pena estar vivo.

Aunque nos obliguen a darnos cuenta lo duro que es.

1 comentario:

  1. El libro que comentás no lo he leído, pero sí vi la película de Woody Allen.
    Creo que he visto todas las películas de WA, algunas son excelentes, otras decaen, pero en general es un director que me gusta.
    Es intimista y tiene una gran banda sonora.
    Y no puedo dejar de mencionar las grandes actuaciones, en especial la de Gena Rowlands.
    Saludos.

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