sábado, 25 de febrero de 2012

Downton Abbey


Descubrí esta serie cuando ganó el Globo de Oro, y mi pirata favorito ni lerdo ni perezozo la consiguió para mi. Ahora estoy disfrutando los capítulos de la segunda temporada y quise hacer una pequeña entrada para contar que estoy fascinada con la historia y especialmente con los personajes.
Lo que empieza siendo una serie mas de "los de arriba y los de abajo", la casona con una familia de la nobleza y sus dramas de herencias y casamientos arreglados, por un lado y las vidas de los sirvientes con los que conviven por otro, se va haciendo cada vez mas sutil, y los personajes se humanizan cada vez mas a medida que avanzan los capítulos.
La historia se desarrolla en la casa que da nombre a la serie, propiedad de la familia Crowley, compuesta por el conde Robert, su esposa Cora y las tres hijas mujeres del matrimonio: Mary, Edith y Sybil. Tampoco puede olvidarse a la madre del conde, Lady Violet en la piel de la increíble Maggie Smith que siempre nos deja satisfechos con sus interpretaciones. en el primer capítulo reciben la impactante noticia del hundimiento del Titanic, y paralelamente de la muerte de unos primos que viajaban en él. Esto deja a la familia sumida en la incertidumbre acerca de la herencia del título y del dinero de la familia. Aparece en escena un primo lejano y su madre, que resulta ser el heredero a raíz de este imprevisto accidente. Matthew es abogado, o sea un ejemplar "de esa gente que tiene que trabajar para vivir", cosa un tanto insultante en Inglaterra. Su incorporación a la familia traerá cambios y pondrá un poco en jaque las ideas anticuadas de los Crowley.
Por otra parte tenemos a la servidumbre, con el mayordomo envaretado pero de buen corazón, el ama de llaves, las sirvientas torpes pero simpáticas y con la cabeza llena de sueños el lacayo malísimo que haría poner colorado a Lex Luthor y un valet nuevo al que le cuesta ser aceptado.
Con estos elementos se van desarrollando historias de unos y otros que transcurren en los primeros años del siglo XX, justa antes de la primera Guerra Mundial, que llegará para cambiarlo todo en la segunda temporada.
No es un culebrón, y se agradece que algunos malentendidos sean resueltos prontamente y no estirados hasta el cansancio. como dije al comienzo, algunos personajes que al principio aparecen como demasiado arquetípicos (el malo malísimo, la heredera antipática y caprichosa la hermana fea y resentida) se van mejorando y haciendo mas reales, al punto que donde me encuentro ahora (tercer capítulo de la tercera temporada) tengo un genuino interés por casa uno de los Crowley y sus sirvientes.
Hermosa serie, ideal para el que guste de historias de época. Otra mención al vestuario, hermoso.

domingo, 19 de febrero de 2012

Las Primas. Aurora Venturini


Tenía ganas de leer este libro desde el año pasado, porque tiene una historia interesante. "Las Primas" ganó el Premio de Nueva novela organizado por el diario Página 12. No es un dato menor, ya que el jurado estaba integrado por Juan Ignacio Boido, Juan Forn, Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain. Esto sucedió en 2007.
Pero resulta que ahí no terminó la cosa. En 2010 la novela gana en España el Premio "Otras Voces, Otros Ámbitos", que es otorgado por un jurado constituido por cien personas relacionadas directamente con el mundo del libro. En este caso el jurado estaba integrado por Vila Matas y Jorge Herralde entre otros pesos pesados. Este premio se otorga eligiendo una entre todas las obras de ficción publicadas en España a lo largo del 2009, cuyas ventas no hayan superado los 3.000 ejemplares durante los doce primeros meses de su publicación. Un premio con una premisa muy interesante, devolver a los circuitos de distribución y comunicación, como si fuera un descubrimiento, al menos una de las obras que pasó desapercibida en el mercado editorial, teniendo en cuenta que las ventas muchas veces dependen mas de la publicidad que de la calidad literaria.
Allí fue que me enteré de la existencia de esta novela. Pero hay otra particularidad. Que la autora de esta novela, Aurora Venturini, elegida por novedosa y original tenía nada menos que 85 años.
Un personaje en sí misma, la vieja resultó ser una escritora que bien pudo haber integrado el podio de los imprescindibles argentinos, al menos a juzgar por su historia y relaciones personales. Exiliada a Francia en la década del 50, se hizo amiga de la elite intelectual: Sartre, Camus, Beuvoir y otros. Además es dueña de una obra literaria importante que nunca quiso pubicar en editoriales importantes, de allí probablemente que haya pasado desapercibida.
Me encantó Aurora que con la desfachatez de la vejez hacía declaraciones del tipo : "Yo sabía que mi novela era impecable". Así que este año compré dos libros de su autoría, "Las Primas" y "Nosotros, los Caserta".
"Las Primas" pertenece a un universo literario que a mí particularmente no me gusta. Al universo de lo grotesco, al feísmo. Cada personaje es una caricatura: La madre maestra con puntero, la hermana discapacitada babeante, la prima enana prostituta, el profesor en apariencia decente pero en realidad un degenerado, la tía virgen reprimida que ni siquiera consumó su matrimonio, el aborto clandestino seguido de muerte. Todo, cada cosa es un cliché. Y la verdad que al menos para mí no hubo humor que hiciera contrapeso. La novela está narrada por Yuna, que afirma ser retardada y por lo tanto la escritura trata de dar cuenta de eso. Con mínima puntuación, porque dice la narradora que si se detiene se vuelve loca el relato se vuelve por momentos un poco cansador.
Pero espero que se entienda que esta es mi opinión personal, y que tiene que ver con el tipo de libros que a mí me gusta. Las reseñas a este libro han sido unánimemente favorables.
Y vale la pena conocer a Venturini, por lo que les recomiendo que lean las notas que agrego como enlace.



sábado, 11 de febrero de 2012

Daisy Miller. Henry James

 
 
Daisy Miller integra con orgullo el universo de "las chicas James" (tan apasionante como el de las chicas Almodovar). Como Isabel Archer y Milly Theale es una norteamericana en Europa y allí despliega todosu desparpajo, su total desatención a las reglas de la sociedad y su espontaneidad. Esta falta de disciplina, de sometimiento a las convenciones, la lleva a cabo, sin embargo con inocencia.Y eso es lo que tarda en comprender el Sr. Winterbourne, un americano que "hace demasiado tiempo que vive en Europa" y por lo tanto duda entre considerar a Daisy una casquivana coqueta o una simple muchacha despistada. Y es que Daisy no sabe cuán poderosas son las convenciones sociales ni tampoco los intereses y manejos que puede haber detrás de las amistades que traba en en viejo continente. Con una alegria adolescente, que solo piensa en vivir el presente y cree que tiene el mundo a sus pies y el futuro le sonríe (un poco como era también norteamérica entonces), Daisy Miller no obstante, comparte el sino trágico de las chicas James. Un cuento con encanto, y un James de lectura mucho mas ágil y sencilla que en novelas mas complejas y largas.

Hay una pelicula de 1974, dirigida por Peter Bodganovich, y con una joven Cybill Shepherd en el papel de Daisy, pero lamentablemente el revés que ha sufrido la solidaridad pirata de la cultura me impide dejar un link de descarga :(


link para leerlo en inglés
http://www.online-literature.com/henry_james/1100/

para descargarlo en español
http://www.librosgratisweb.com/libros/daisy-miller.html

jueves, 9 de febrero de 2012

El Señor de la Luz. Maurice Renard

Esta novela ha sido traducida por primera vez al castellano por el escritor César Aira, y publicada por la editorial La Bestia Equilatera, que ha rescatado varios autores y títulos de narrativa extranjera que recién ahora podemos conocer.
El escritor francés Maurice Renard (1875-1938), admirador confeso de Edgar Alan Poe, fue influenciado al escribir esta historia por la reciente invención del cinematógrafo, la fantasía de los Hofmann y el espíritu de aventura e imaginación de Julio Verne.
"El Señor de la Luz" (1933), es una historia super clásica, en la que están superpuestos los géneros romántico, ciencia ficción y policial. La verdad que mientras la leía me parecía un poco infantil, mas recomendable para preadolescentes, niños de 12 a 15 años.
La historia comienza cuando Charles Cristiani conoce a una misteriosa y bella joven de la que se enamora instantaneamente... pero la posibilidad de concretar su amor (leáse: casarse, porque en esa época se miraban una vez y ahí nomás se casaban) resulta coartada por una vieja rencilla entre las familias. Toda esta primera parte "de amor" está muy linda, muy "Antes del Amanecer" versión principios del siglo XX.
Luego, Charles acude al llamado de dos sirvientes que cuidan un antiguo castillo familiar, que aseguran que el lugar es visitado por un fantasma. La historia entonces da un giro, ya que lo que pensamos será un cuento de aparecidos resulta tener una explicación científica... que tal vez ayude a Charles a resolver el misterio que dio origen a la enemistad con la familia de su amada.
Linda novela. No sé si existe en este planeta algún niño de 12 a 15 años que lea (como lo hacíamos nosotros años atrás) a Verne, Salgari, Conan Doyle o Kipling. Si existe, seguramente este libro le gustará.

jueves, 2 de febrero de 2012

Derechos Imprescriptibles del Lector, por Daniel Pennac


Cada tanto me llega un boletín de Libros en Red, y esto me pareció muy lindo para compartir:

Sus años de ser profesor de literatura y enfrentarse al desafío de convertir estudiantes en lectores deben de haber inspirado a Daniel Pennac a desacomodar los lugares comunes acerca de la lectura. ¿Es obligatorio leer? ¿Le debe gustar a todo el mundo? ¿Nos hace mejores personas? Escritor él mismo, Pennac no cuestiona todas estas creencias, pero sí se permite repensarlas.

Agrupados bajo el nombre "Los derechos imprescriptibles del lector", listó (y desarrolló en su libro Como una novela) estos permisos, que citamos y comentamos a continuación:

1. El derecho a no leer.

Aceptemos de una vez que hay gente a la que leer puede no gustarle... allá ellos; dice Pennac: "La idea de que la lectura humaniza al hombre es justa en su conjunto, a pesar de que existen algunas excepciones deprimentes. Se es sin duda un poco más humano, si entendemos por eso un poco más solidario con la especie (un poco menos fiera), después de haber leído a Chejov
que antes. Pero cuidémonos de flanquear este teorema con el corolario según el cual todo individuo que no lee debería ser considerado a priori como un bruto potencial o un cretino redhibitorio. Si lo hacemos convertiremos la lectura en una obligación moral, y este es el comienzo de una escalada que nos llevará rápidamente a juzgar, por ejemplo la moralidad de los libros mismos".

2. El derecho a saltarse páginas.

Si una historia (sobre todo las prosas morosas y detallistas del siglo XIX, podemos agregar) abunda en fragmentos que nos desesperan o aburren, es mejor dejarlos pasar que renunciar del todo a la obra. Así dice Pennac que hizo en su infancia con La Guerra y la Paz
: devoró la historia de amor y descartó las páginas sobre política y estrategias bélicas.

3. El derecho a no terminar un libro.

Y así como se puede esquivar algunas partes centrales en un libro, se puede obviar su final. Para Pennac, nada (¡y menos el temor a ser juzgados como perezosos o ignorantes por otros!) justifica que leer se convierta en una obligación. Si un libro comienza a aburrirnos, dejémoslo para otro momento... o para otro lector.

4. El derecho a releer.

Dice Pennac: "Releer lo que me había rechazado antes, releer sin saltarse una línea, releer desde otro ángulo, releer para verificar, sí… nos concedemos todos estos derechos. Pero releemos sobre todo gratuitamente, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la puesta a prueba de la intimidad. Otra vez, otra vez, decía el niño que fuimos…".

5. El derecho a leer cualquier cosa.

Sí. A leer literatura estereotipada, comercial, que repite una fórmula... si la disfrutamos. Que nadie se rasgue las vestiduras. Según Pennac, tarde o temprano, hechizados por la lectura en sí misma, daremos con textos mejores (más verdaderos, que no ocultan la complejidad de las cosas) y nos haremos adictos a ellos. Tenderemos (pero naturalmente, sin imposiciones ni vergüenzas) a buscar escrituras más auténticas y profundas.

6. El derecho al bovarismo (enfermedad textualmente transmisible).

Leer febrilmente, vibrar de emoción, obsesionarnos por un texto o personaje es válido (y no una etapa inmadura que debemos superar).

7. El derecho a leer en cualquier parte.

En cualquier parte y haciendo diferentes cosas. Tomando sol. Viajando. Caminando. Adormeciéndonos. Comiendo. Agreguen sus variantes.

8. El derecho a picotear.

Leer de aquí y de allá, varios libros a la vez. O abrir un volumen en cualquier lugar y leer con toda intensidad la página casual... para cerrar el libro hasta otra temporada. "Cuando no se tiene el tiempo ni los medios para tomarse una semana en Venecia -argumenta Pennac-, ¿por qué rehusarse el derecho de pasar allí cinco minutos?".

9. El derecho a leer en voz alta.

De poner nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestra saliva, nuestra interpretación en la lectura. Pero también, por supuesto, derecho a leer en voz baja.

10. El derecho a callarnos.

O derecho a mantener con el texto una relación compleja, extraña, personal e intransferible. "La lectura es una compañía que no ocupa el lugar de ninguna otra y a la que ninguna compañía distinta podría reemplazar. No le ofrece [al lector] ninguna explicación definitiva sobre su destino, pero teje una retícula apretada de complicidades entre la vida y él. Ínfimas y secretas complicidades que hablan de la felicidad paradójica de vivir, al tiempo que iluminan el absurdo trágico de la vida".